La Canasta Campesina y las mujeres que cambian las reglas del campo

En el corazón montañoso de Comasagua, al suroeste de El Salvador, un grupo de mujeres campesinas cultiva algo más que alimentos: ellas siembran autonomía, comunidad y esperanza. Lo hacen a través de La Canasta Campesina, una cooperativa de producción agroecológica que ha avanzado hacia la soberanía alimentaria y un modelo funcional de economía circular.


Hace once años, en el cantón El Conacaste, de Comasagua, un distrito de La Libertad Sur, surgió una cooperativa agrícola que, entre otras cosas, quería alcanzar su autonomía económica para liberar su subsistencia de las donaciones que llegaban después de los deslizamientos de tierra provocados por las fuertes lluvias en esta zona montañosa. 

Con ese espíritu emprendedor un grupo de habitantes de El Conacaste, en su mayoría mujeres, fundó La Canasta Campesina: un proyecto agroecológico que distribuye frutas y verduras orgánicas en zonas urbanas de San Salvador y La Libertad. La agroecología, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), es un “enfoque holístico que aplica simultáneamente conceptos y principios ecológicos y sociales al diseño y la gestión de sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles”.

“Queríamos dejar de sobrevivir de lo que nos daban y comenzar a sostenernos con nuestro propio trabajo”, cuenta Kassandra Portillo, actual presidenta de la cooperativa La Canasta Solidaria. 

Así comenzó un proceso de organización y formación de 200 huertos familiares. El cambio implicó asumir la decisión política de abandonar la agricultura convencional y apostarle a una producción agroecológica, pensando que la misma comunidad sería la principal consumidora de lo que sembraran. 

El cambio no fue inmediato ni fácil. De las 200 familias iniciales, menos de 50 aceptaron las nuevas dinámicas de trabajo. “La agroecología no es mágica ni funciona igual para todos. A veces una cosecha salía bien, la siguiente no. Pero entendimos que la clave era ser perseverantes”, explica Kassandra. 

La agricultura en El Salvador atraviesa una crisis sin precedentes. En la que expertos alertan que el cambio climático, la falta de políticas de consumo local y el aumento de importaciones ponen en riesgo la producción salvadoreña. Lo que genera problemas alimenticios para la familia salvadoreña. En el informe anual de la Organización Naciones Unidas (ONU) sobre “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” registró que 2.9 millones de salvadoreños sufrieron inseguridad alimentaria moderada o grave entre 2022 y 2024. 

En ese contexto desfavorable, este grupo de campesinas representa un ejemplo de cómo la agroecología puede llevar esperanza a las familias salvadoreñas desde lo rural. Cada semana, la cosecha de la cooperativa se organiza en canastas de $20, $25 o $30, que se distribuyen hasta la casa de cada socio consumidor (compradores). 

Este modelo no solo les da a las socias productoras (productoras) un ingreso digno y estable; también crea un puente entre el campo y quienes buscan comida sana, ética y sostenible. 

La Canasta Campesina presenta una alternativa sostenible y de comercio justo.“No sembramos solo para vender, también sembramos para nosotras mismas, para nuestras familias”, cuenta Carmen López, una de las socias productoras y fundadora de la cooperativa.

El legado de Carmen

Carmen es una mujer del campo que vio en La Canasta Campesina una oportunidad para sostener a su familia. Empezó con huertos caseros pequeños que cuidaba sola. Con apoyo de organizaciones internacionales que fomentan la agroecología de la cooperativa, poco a poco, Carmen fue profesionalizando sus cultivos. 

La familia de Carmen se incorporó en la producción y lo que empezó de forma individual, ahora es un legado familiar: cuatro hijos y una nieta trabajan junto con ella en las labores agrícolas para la cooperativa.

Fuerza colectiva

Mientras que el precio de la canasta básica de alimentos en la zona rural sigue aumentando en 2025: en mayo, su última alza de 184.56 dólares fue la mayor registrada en los últimos 16 meses. Ese aumento de precios en la zona rural, se amortigua para las familias que forman parte de La Canasta Campesina, pues los precios de cada canasta se mantienen fijos, gracias a la fuerza colectiva de las mujeres y hombres que conforman el proyecto.

La Canasta Campesina no ha resuelto todos los desafíos del campo, claramente, pero ha demostrado que, con organización y visión colectiva, es posible construir respuestas sostenibles desde abajo, es posible sembrar la dignidad y autonomía con perseverancia. 

Este fotoreportaje se hizo con apoyo de Coalición Regional sobre el Derecho al Ambiente Sano (COREDAM) y Asociación Generaciones de Paz (ASDEPAZ)