Víctor Rivera habla con la experticia de quien está acostumbrado al trato con los medios. Su exposición inicia siempre con un cordial “saludo”. Después, prosigue a recitar casi de memoria los datos que conoce de la laguna El Jocotal: que está ubicada en El Tránsito, San Miguel, al oriente de El Salvador. Que es santuario de varias especies y “aeropuerto” para aves migratorias. Que es “reserva natural protegida en El Salvador desde 1976”. Y, luego de enumerar todos estos datos, es contundente en su cierre: “la mano del hombre y los cambios climáticos están causando sequedad”.
Víctor Rivera habla como si hubiera memorizado los datos de algún informe medioambiental. Pero lo que él dice, aunque existe en documentos y reportes, es producto de 68 años de vida en los alrededores de la laguna El Jocotal. Victor es pescador, residente del cantón El Borbollón. Fundó la cooperativa de pescadores El Jocotal y la Asociación de Desarrollo Comunal (Adesco) El Jocotal. Estas organizaciones agrupan a otros pescadores que, como Rivera, han vivido lo suficiente para ver cómo el agua de El Jocotal llega a niveles tan bajos que, según cuentan, “nunca antes habían visto”.
La Convención Sobre los Humedales de Ramsar señala que los humedales, es decir, ecosistemas donde el agua es el principal factor que controla la vida vegetal y animal asociada a él, como la Laguna El Jocotal, son “cunas de diversidad biológica y fuentes de agua y productividad primaria”. En 2019, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) alertó que los impactos de la crisis climática en El Salvador, acentuados principalmente por el incremento de temperaturas y la disminución de precipitaciones, serán “particularmente fuertes en la zona costero-marina y en la región oriental del país, afectando territorios de importancia estratégica en términos de su riqueza natural”.
En enero de este año, los pescadores, junto a otros habitantes del cantón El Borbollón, alertaron sobre el rápido descenso de los niveles de agua de la laguna. Este fenómeno, según comentaron, había comenzado tres meses atrás, y ya había ocasionado que una parte del humedal se secara por completo.
De acuerdo con su Ficha Informativa de los Humedales Ramsar (FIR), la laguna El Jocotal tiene un nivel de profundidad máxima de tres metros y en estación lluviosa que puede alcanzar los seis metros en casos de inundación. De acuerdo con Víctor, actualmente en las partes más cercanas a la orilla, la profundidad oscila entre el metro y el metro y medio. Pero en otras zonas el agua ya se secó. Como en los carriles que conectan con el río grande de San Miguel, que según el Informe anual de calidad del agua de El Jocotal del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de 2018, confluye al este de la laguna. Ahí solo queda lodo, describe el pescador.


La gente de El Borbollón señala a la crisis climática como la principal causa de los problemas de la laguna El Jocotal: pues en pleno ciclo del fenómeno de El Niño con sequías y lluvias extremas terminaron con graves problemas de asolvamiento. Es decir, el efecto de las grandes cantidades de lodo que arrastran las corrientes hasta el fondo de la laguna que hace que, durante la época seca, haya más lodo que agua.
A esto se refiere Víctor cuando menciona la “mano del hombre”. Esa que ocasiona, dice, la crisis climática que va dejando huellas cada vez mayores en ecosistemas como la laguna El Jocotal. Y en este escenario, los pescadores como Víctor Rivera entendieron que la crisis que generó la mano del hombre, solo la puede remediar la misma mano del hombre.

Los pescadores de El Jocotal se organizaron, entonces, para construir muros de contención que ellos llaman “bordas”. El objetivo de estas bordas es, de acuerdo con Víctor, mantener los niveles de agua de la laguna al evitar que se desborde y se seque. Quienes participaron en la construcción de estos diques tuvieron que dejar de pescar por más de 20 días, sobre todo porque el pescado de la laguna también estaba escaseando a causa del bajo nivel de agua.
Cerca de 300 familias dependen de la laguna El Jocotal, que fue catalogada como el primer sitio Ramsar, es decir, un humedal de importancia internacional para la conservación de la biodiversidad y el sustento de la vida humana, de El Salvador en 1999. Aquí viven de la pesca y de la ocasional agricultura en los terrenos a la redonda. Pero sin la laguna, como dice Víctor, “se mueren”. No pueden dejarla morir, explica.


Según el pescador, han recibido visitas del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y de Protección Civil para inspeccionar distintos sectores del cuerpo de agua. Pero, aunque la laguna tiene la categoría de sitio Ramsar, no ha llegado el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) ante la situación de la disminución del nivel del agua.
Para conocer la situación de la laguna, MalaYerba contactó al MARN, a través de un correo electrónico dirigido a la jefa de comunicaciones, María Guzmán. Hasta el cierre de esta nota, no se recibió ninguna respuesta a la gestión.
La Ficha Informativa de los Humedales Ramsar señala que la laguna “sustenta diversas especies amenazadas y en peligro, además de comunidades ecológicas amenazadas”. De acuerdo con el documento, El Jocotal sustenta de manera regular a una población que supera las 20 mil aves acuáticas migratorias y residentes y, además, a “numerosas especies vegetales y animales en una etapa crítica de su ciclo biológico y les ofrece refugio durante la época seca”.
Por su biodiversidad que también es importante para la comunidades locales, es que alrededor de 150 personas se sumaron al esfuerzo liderado por los pescadores de la laguna para la construcción de los diques. Estas personas responden al abandono de este sitio de alta importancia biológica para El Salvador. Se preparan, dicen, para la estación seca. Esa que año con año es más inclemente y que amenaza con desaparecer este espejo de agua. “No mientras estemos nosotros”, afirma Víctor.
Este reportaje se realizó gracias al apoyo de la Coalición Nacional por el Derecho a Vivir en un Medio Ambiente Sano (CONADAM), El Salvador.