Fernanda Lozano: «La industria del plástico es un sector bien poderoso y difícil»


Fernanda Lozano trabaja como jefa de la Unidad Municipal Ambiental de la Alcaldía de Roatán, en el departamento de Islas de las Bahías de Honduras. Vive en un ecosistema caribeño único en Centroamérica, que desde 2019 prohibió el uso de tres tipos de plásticos: bolsas, pajillas y estereofón, este último se usa para bandejas de comida.  

Todo comenzó en 2017, cuando por primera vez la isla se inundó y la municipalidad encontró miles de pajillas de plástico y otros desechos derivados de este material en las alcantarillas y la playa. Esta preocupación llevó al gobierno local a crear una normativa, que fue respaldada por los habitantes.

Ahora son los mismos vecinos los que denuncian cuando alguien vende plástico y las autoridades proceden a decomisarlo, cuenta Lozano. La normativa ha funcionado a tal punto que los turistas que llegan en cruceros únicamente tienen permitido desembarcar con botellas de plástico que contengan agua, y los supermercados empacan las compras de los clientes en cajas de cartón.

En el marco del Foro de Autoridades Locales Centroamericanas “Frenando la marea de los plásticos”, realizado en El Salvador, MalaYerba conversó con Lozano sobre la experiencia de esta normativa municipal, que se ha mantenido por los esfuerzos del alcalde Ronnie Richard Mcnab, pese al “boicot” de la empresa privada.

Lozano, además, hizo un llamado a los gobiernos locales para comenzar a trabajar en la prohibición y gestión del plástico, para que estas acciones se vayan replicando entre los municipios. No hay que esperar las decisiones de los congresos, debe comenzarse desde lo micro para trascender a lo macro, aconseja.

¿Qué acciones desarrolló la municipalidad de Roatán en esta lucha por frenar el plástico de un solo uso?

Todo inició con la socialización de declarar la emergencia en Roatán. Iniciamos con la prohibición del plástico a raíz de una cantidad considerable que había dentro de nuestro municipio. También hay que resaltar que Roatán es de gran importancia a nivel de Centroamérica, pues es una perla del Caribe, esa fue una de las cosas más importante en cuanto al sector turismo. Así inició la prohibición completa del plástico de un solo uso, incluida la bolsa plástica, pajilla plásticas y estereofón (conocido en El Salvador con foam).

La alcaldía les dio un año de tiempo a las empresas para que pudieran implementar o cambiar el plástico por cartón, lata o vidrio. Para que buscaran alternativas al plástico.

¿Desde cuándo está vigente la prohibición de plásticos de un solo uso?

La normativa inició a implementarse en enero de 2019. Solo esperamos la publicación en La Gaceta, el Diario Oficial de nuestro país. Desde entonces llevamos una lucha, pero la lucha mayor y que todavía nos genera problemas es la venta y distribución de estereofón. El tetrapak (usado generalmente para vender jugos y leche en El Salvador) es otro tipo de empaques sumamente dañino y que está prohibido dentro de nuestra normativa también, pero nos ha generado un poco de conflicto, porque el tetrapak lo utilizan para empacar leche y la leche forma parte esencial de nuestra cadena alimenticia, de nuestra canasta básica, y no han buscado alternativas para mejorarlo. Y hay que resaltar que Roatán es isla, entonces todo el producto ingresa por barcos, ahí se pierde un lapso de tiempo y el producto se llega a perder (arruinar).

¿Qué presiones recibieron a la hora de lanzar esta iniciativa?

Fueron muchas. Principalmente por la población, no por la bolsa ni por la pajilla, sino por el foam, porque las personas estamos acostumbradas a que compramos comida y pedimos para llevar, y el empaque es en este tipo de plástico. Estábamos fomentando que las personas tuvieran sus propios recipientes para que los utilizaran para llevar comida, porque la alternativa que existe es el cartón y es un poco costosa, cada bandeja de cartón cuesta 10 lempiras, lo que vendría costando 50 centavos de dólar cada una y eso se lo incluyen a usted al momento que compra su comida. Ese ha sido nuestro mayor inconveniente, porque realmente, los comercios no están dando alternativas. Sí existe se han llevado, la mayoría desde el extranjero, cajas y papel encerado. 

Tenemos la dicha que, como nos visita bastante extranjero, al extranjero le gusta que fomentemos la eliminación del plástico dentro de nuestra vida, han apoyado y lo han visto con buenos ojos. A los turistas que vienen en cruceros se les explica, y muchos de ellos no bajan botellas plásticas en los puntos del crucero. No los dejan que bajen con botellas plásticas. Se les dice que está prohibido, además de las botellas con agua. 

Con el agua hay un tema poco controversial, porque está prohibida la botella plástica, pero su prohibición se paró por el tema de COVID. Se le dio un poco más de tiempo a las empresas, porque comprar una máquina y cambiar este tipo de empaque, que es de costos bien elevados. Son máquinas que no las encontramos en Centroamérica, se traen de China o países del continente asiático.  

¿A esto se refería cuando, en su presentación, en el foro, usted dijo que había que hacer ajustes a la normativa?

Sí, les estaba exponiendo a los alcaldes que la adaptaran acorde a sus necesidades, porque cada municipio tiene necesidades diferentes. Roatán, se puede decir, tiene la ventaja de que inició con esto desde el 2004, ya vienen siendo casi 20 años, porque la normativa fue a nivel de departamento. En 2017, por ejemplo, antes de tomar posesión el actual alcalde se dio un fenómeno: en Roatán, que nunca se había inundado en la historia de Honduras, los drenajes de agua lluvia colapsaron. Cuando se comenzaron a limpiar lo que se encontraba eran botellas plásticas, estereofón, bolsas plásticas y pajillas en toda la playa. En la playa había bastante, exagerada cantidad de pajillas, para que ustedes sepan que las pajillas sí generan bastantes problemas. Aparte, hay un tema económico, porque a las municipalidades, según la ley hondureña, les corresponde lidiar con la limpieza de los municipios. Está dentro de la ley, que es una responsabilidad para cada municipalidad hacer limpieza y tener que construir sus propios rellenos sanitarios. 

¿Cuál es la actitud que deben tener las alcaldías municipales para tomar esta decisión? 

Parte de que nosotros seamos un éxito, hasta cierto punto, tiene mucho que ver con el líder. Los alcaldes se deben dotar de mucha firmeza y seguridad de la decisión que van a tomar, porque si ellos están seguros de lo que están haciendo, las empresas van a negociar, van a solicitar más tiempo o les van a presentar otras alternativas (al plástico). Van a decir “nosotros podemos hacer esto, la municipalidad nos apoya con tanto de tiempo”. 

No se trata de que la municipalidad tiene que tener esa responsabilidad 100 %, se trata de dividirla, porque las empresas también tienen mucho que ver en cuanto a la generación de residuos. Tanto nosotros (que regulamos) como ellos que lo distribuyen. Y, en Roatán, se les dijo que tenían que buscar una alternativa. 

Siempre amenazan, siempre hay boicot con cualquier normativa, prohibición, y más cuando son prohibiciones que tienen que ver con un tema económico, porque recordemos que la industria del plástico es un sector bien poderoso y difícil. Pero el alcalde, ante todo, tiene que pensar en el bienestar de su municipio, de sus habitantes, de la importancia que tiene conservar su naturaleza, el entorno. No se trata de estar socializando por tanto tiempo, porque ya no tenemos tiempo, se nos acabó. 

¿El alcalde de Roatán no ha cedido a la presión?

Desde un inicio él fue bien claro y nosotros, como departamento, al inicio era como «y si él después ya no quiere continuar porque lo amenazan». No, él fue bien claro, él dijo que estaba mejorando el municipio para los habitantes y, por lo tanto, al mejorar el municipio mejoraba el aspecto de Roatán, y esto conlleva a inversión, porque también las personas que invierten se fijan cómo es el entorno donde van a invertir y si ese dinero con el que van a invertir les va a retornar. 

Es poco tiempo de 2019 para acá, pero ¿ya se puede medir algún tipo de impacto positivo sobre la normativa? ¿Qué otras cosas quedan pendientes para hacer?

La verdad es que los hechos hablan solos. Nosotros no nos hemos encargado de decirlo, la misma población lo ha hecho, la misma población llama y dice: “En tal lugar están vendiendo plásticos”. Cualquier cosa que se prohíba, siempre generará tráfico. No les voy a mentir, siempre se genera un tráfico y se nos ha generado el tráfico de foam. Es ahí donde entra una balanza del tema económico, el tema cultural y la parte de consciencia, y hay una mezcla de todo, pero se trata de explicarle a las personas. 

Las empresas están dispuestas a apoyar. Para nosotros fue sorpresa cuando dijeron que ya estaban listas con bastantes empaques, que ya tenían lista la maquinaria con la que iban a empezar a empacar productos de lata. En Roatán, ya llegamos a ver jugos empacados en lata, cuando antes solo eran empacados en plástico. Las bebidas energizantes, por lo general, venían en plásticos y ya están en lata. Y también gran parte de los refrescos, ahora llegan en lata y vidrio, para cumplir con el retorno. 

¿Cómo se implementa la medida en los supermercados?

Lo que nosotros hicimos para que los supermercados tuvieran un control con el plástico es que los multamos. La gente utilizaba las bolsas con el fin de acarrear alimentos. ¿Qué hicieron los supermercados? Se dieron a la tarea de empacar los alimentos de estas personas, no los dejan que los llevaran en bolsas, sino que ellos les dan cajas para su verdura. Las personas estaban saliendo del área de verdura con cinco o seis bolsas; se les habló a los supermercados claramente que nos apoyaran con el control de sus clientes. Y la municipalidad prohibió completamente todo.

¿Cómo aborda la normativa de Roatán el tema de los empaques biodegradables?

Al empaque biodegradable hay que estudiarlo bastante. Para que pueda ser biodegradable como tal, necesita una cantidad considerable de temperatura que no se tiene, que no hay dentro de nuestros rellenos sanitarios. Además, nunca el plástico forma parte de algún producto biodegradable. El plástico siempre está presente, por eso nunca se consideró que el plástico fuera el plástico biodegradable, porque en realidad sigue siendo plástico. Se acelera su descomposición, pero no desaparece. Entonces desde ahí usted sabe que es problema, al no desaparecer se convierte en microplástico, siempre sigue siendo un problema. Eso es un mito, no es una alternativa para nosotros.  

¿Ha tenido que hacer multas y sanciones?

Las multas no son altas, pero, ¿cuál es la pérdida de un negocio? Su producto. ¿Qué se hace? Decomisar. Nosotros decomisamos el producto que está prohibido. Hemos decomisado cantidades y cantidades, y ahí hay pérdidas. Obviamente nadie (distribuidores) va a querer comprar un producto plástico, va a perder el producto y no va a sacar ganancia, pierde dos veces. Creo que esto fue parte del éxito, haber incluido el decomiso.

En este encuentro has visto alcaldes de El Salvador, Guatemala y Honduras. ¿Cómo ves que abordan el tema de la prohibición?

No me sorprenden los miedos que hay de parte de los alcaldes, porque fueron los mismos miedos que la municipalidad (de Roatán) tuvo. Nosotros ya lo vivimos, ya pasamos por eso. Por eso yo les decía a todos los alcaldes que se adapten a las necesidades del municipio, porque Roatán es muy diferente a Esquipulas, a San Salvador. Usted analiza en qué nivel se encuentran y qué alternativas las empresas han empezado a implementar. Es de hacer una balanza. Si bien, las normativas de país son bien difíciles de poder concretar, se incentiva a que sean los gobiernos locales que lo hagan, porque ellos gozan de autonomía y pueden crear sus propias leyes dentro de su municipio. 

Usted está dando un ejemplo a su vecino, y su vecino, a su vecino. Ahí es donde va la cadena, porque si lo estamos llevando a nivel macro es complicado, muy complicado que sea aprobado en los congresos, entonces se lleva a nivel micro. Empecemos de a poco. Detrás de Roatán han venido varias alcaldías que han iniciado con la prohibición de la bolsa plástica, por ejemplo, en La Ceiba, Trujillo y Tela, que son nuestras zonas costeras, y nuestros municipios vecinos Guanaja y Utila, pero se necesita más. Hay que ser bien constantes. Hay un problema y no hay tiempo.